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That’s Amor

  • Redactor
  • hace 1 día
  • 4 Min. de lectura

La receta de un nuevo comienzo

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Hay películas que son como una taza de chocolate caliente en una tarde de lluvia, quizá no cambian el mundo, pero te reconcilian con él durante un rato. That’s Amor (2022), disponible en Netflix, pertenece a esa familia de historias que nos invitan a creer que, aun cuando la vida se desmorona, siempre hay espacio para cocinar algo nuevo con los ingredientes que nos quedan.


Esta no es solo una comedia romántica, es un recordatorio de que los finales son, en realidad, principios disfrazados.


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Sofía, la protagonista, ve cómo su vida se derrumba en cuestión de horas, pierde su trabajo y por si fuera poco, descubre que su novio le es infiel. Ese derrumbe inicial tiene algo universal, todos hemos sentido alguna vez que el suelo desaparece bajo nuestros pies. En el cine, estas escenas suelen ser detonantes narrativos, pero aquí se sienten particularmente humanas porque Sofía no es una heroína perfecta, sino alguien que simplemente está intentando sobrevivir.


En busca de refugio, vuelve a casa de su madre, a Sonoma, ese lugar que huele a infancia y a viejas certezas. Allí, entre consejos maternos y largas conversaciones, comienza a reconstruir no solo sus planes, sino también su relación consigo misma.


La cocina como metáfora de la vida
La cocina como metáfora de la vida

En ese proceso de sanación, Sofía se apunta a una clase de cocina en un restaurante local español y aquí es donde la película encuentra su corazón, porque tanto cocinar, como amar, requiere paciencia, riesgo, sabor y calor. No es casualidad que el hombre que aparece para agitar su mundo sea llama Matías, un chef español que no solo le enseña recetas, sino también una nueva forma de mirar la vida. Cada plato que preparan juntos se convierte en una metáfora, mezclar ingredientes distintos, esperar a que la salsa espese, atreverse a probar algo desconocido. En el fondo, That’s Amor nos dice que los nuevos comienzos no se construyen de golpe, sino a fuego lento.


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El amor como chispa, no como salvación


Podría parecer que Matías llega como el típico príncipe azul, pero la película se cuida de darle otro matiz. Él no salva a Sofía, sino que la acompaña mientras ella aprende a salvarse a sí misma.

Aquí radica una de las grandes diferencias con clásicos del género, como Notting Hill o The Holiday, donde el amor romántico es el eje que lo transforma todo.


En That’s Amor, el verdadero romance es el que Sofía empieza a sentir por su propia vida. Matías es la chispa, no la hoguera. Y esa visión resulta refrescante en un género a menudo saturado de dependencias emocionales disfrazadas de destino.


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La tensión final no reside tanto en si, Sofía y Matías estarán juntos, sino en si ella será capaz de elegir un camino auténtico, cuando él debe regresar a España, la pregunta esencial se abre como una herida:


¿Arriesgarse por lo que uno desea, o quedarse donde siempre ha estado, con la comodidad de lo conocido?


Ese dilema recuerda a otras películas de reinvención, como Eat Pray Love, o La La Land, donde los personajes se ven obligados a decidir si siguen sus sueños aunque eso implique perder algo, o a alguien. En el caso de Sofía, su decisión no es dramática, pero sí profundamente simbólica, se atreve a moverse, a estudiar en Madrid, a vivir desde el deseo y no desde el miedo.



La estética de lo sencillo
La estética de lo sencillo

Visualmente, la película apuesta por una calidez envolvente, luces suaves, colores terrosos, cocinas iluminadas por la tarde, fiestas familiares con guirnaldas y risas. Todo transmite intimidad.

No hay grandes artificios, y eso la hace sentir más cercana, como esas historias que uno podría escuchar en la sobremesa después de una comida larga.


En este sentido, se parece a películas como Julie & Julia, donde la comida y la emoción se mezclan en un mismo plano, creando un espacio donde el espectador casi puede oler los platos y sentir el calor de los hornos.


Nuevos comienzos, el verdadero tema
Nuevos comienzos, el verdadero tema

Si hay una idea que se queda resonando cuando los créditos aparecen, es esta:


Los nuevos comienzos no llegan con fanfarrias ni finales de cuento.

Llegan cuando, entre lágrimas y risas, alguien decide levantarse de la mesa, limpiar los restos del desastre y preparar algo diferente para cenar.


That’s Amor no es una película perfecta. A ratos recurre a clichés —el aeropuerto, el ex celoso, la gran declaración final—, pero su encanto reside en lo que late debajo, una invitación a creer que incluso cuando todo parece perdido, uno puede reinventarse.


En un mundo donde el cambio suele dar miedo, esta película es como una receta heredada de la abuela, sencilla, reconfortante y llena de posibilidades. Nos recuerda que el amor, como la cocina, no se trata de seguir pasos exactos, sino de animarse a probar, a equivocarse, a volver a empezar.


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Esta es una de esas historias que se ven mejor con una copa de vino y el corazón abierto, no cambiará tu vida, pero quizá te susurre algo importante:


“La felicidad no está en lo que perdiste, sino en lo que te atreves a crear después.”


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