top of page

Joséphine de CHAUMET

  • Redactor
  • 17 ago
  • 3 Min. de lectura

El susurro de las gemas y el latido de

una historia de amor como oda a la luz.


ree


Hay joyas que adornan y luego están las de Chaumet, que narran epopeyas.


Epopeyas de imperios y de pasiones, de coronaciones silenciosas y amores inmortales, de valses que no se bailan con los pies, sino con el alma. Entre todas sus creaciones, la colección Joséphine es quizá su canto más íntimo, más femenino, más eterno.


ree

Un legado engastado en luz



Inspirada en la carismática emperatriz Josefina de Beauharnais, primera esposa de Napoleón Bonaparte y gran musa de la Maison, esta colección es un tributo moderno y majestuoso a la mujer que supo convertir la elegancia en arte y la emoción en imperio.


ree

Cada collar de la colección Joséphine no solo engalana, sino que eleva y engasta siglos de savoir-faire, delicadeza sin igual, y una visión artística que desafía el tiempo.

Diseñadas y realizadas en el mítico taller de la casa, en el 12 de la Place Vendôme, estas joyas no son simples objetos, son manifiestos.



Joséphine Éclat Floral, el arte de la insinuación perfecta
Joséphine Éclat Floral, el arte de la insinuación perfecta

La silueta en V del aigrette, símbolo por excelencia de esta colección, evoca no solo una corona imaginaria, sino la delicada insinuación de un escote que susurra, nunca grita. Las líneas de diamantes pavé, como constelaciones privadas, abrazan piedras que parecen haber sido arrancadas del corazón de la Tierra para latir al ritmo de quien las lleva.


ree


Las piedras protagonistas, tan especiales para esta colección son:


Una esmeralda colombiana en talla pera de 15,83 quilates, profunda como una promesa y suave como un suspiro.

Un zafiro de Ceilán de 31,25 quilates, ovalado como el destino.

Un diamante FVOY VVS2 de 5,88 quilates, puro hasta lo invisible.

Y un rubí de Mozambique talla cojín de 3,61 quilates, tan encendido como una carta de amor sin firmar.


Cada una de estas piedras no solo brilla; relata una historia, se convierte en una herencia emocional y estética. Un objeto de deseo… y de contemplación.


Joséphine Vals Impériale, el movimiento de lo eterno
Joséphine Vals Impériale, el movimiento de lo eterno

Tres collares que no están hechos para quedarse quietos, nacidos para bailar sobre la piel como si la música los animara desde dentro, son un vals de piedras preciosas, engarzadas con una precisión coreográfica.


Aquí, el ritmo lo marcan tres solistas prodigiosos:


Un diamante tipo D FL II-A de 11,30 quilates, talla pera, que fulmina con su blancura absoluta.

Un zafiro de Ceilán de 18,88 quilates, talla oval, que acaricia la luz como un recuerdo acaricia la nostalgia.

Y un zafiro Padparadscha de 16,30 quilates, cuyo tono rosa melocotón parece detenido en la hora mágica de un crepúsculo en Jaipur.



ree

Todo en estas piezas evocan el espíritu de la alta joyería parisina, caída perfecta, volumen aéreo, teatralidad medida, son vestidos para el cuello y Chaumet, el modisto de las piedras.


Más que joyas, alta poesía en oro blanco

La colección Joséphine no busca solo adorna, busca coronar momentos, emociones y deseos, porque una joya de Chaumet no se compra por necesidad, sino por amor, como la alta joyería, no entiende de razones, solo de latidos.


ree

En un mundo donde todo parece urgente y fugaz, la colección Joséphine es un acto de resistencia luminosa, una invitación a vivir con belleza, a rendirse al detalle, a rodearse de arte y a declararse reina —aunque sea en silencio—, ante el espejo del alma.


Porque como dijo Josefina, y Chaumet no ha olvidado:


“La elegancia es la única corona que no se desvanece.”

bottom of page