Iñigo Urrechu
- Redactor
- 21 oct 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 4 jul
El Arte de la Cocina con Corazón y Estrategia.

En la gastronomía, como en la vida, hay caminos que no solo alimentan el cuerpo, sino que nutren el alma. Así es el recorrido de Iñigo Urrechú, un chef que lleva en su esencia la pasión por las personas y los sabores auténticos, con una visión estratégica de alguien que ha transformado la cocina en un medio para contar historias y crear experiencias memorables.
Nacido en un pequeño pueblo del norte de España, Iñigo creció rodeado de paisajes verdes, aromas a pan recién horneado y tradiciones culinarias transmitidas de generación en generación. Desde niño, descubrió que los ingredientes no solo tenían sabor, sino también alma, y que detrás de cada plato había una historia esperando ser contada.

Una trayectoria que huele a éxito
Tras formarse con Martín Berasategui, leer muchos libros y perfeccionar su técnica en las cocinas de Martín, creciendo como persona y después de pasar por todos los puestos de una gran cocina. Iñigo decidió que su verdadera vocación no era solo ser chef, sino quería ser un creador de experiencias. Su estilo, marcado por la fusión entre la tradición y la innovación, ha cautivado tanto a críticos gastronómicos, como a comensales que buscan algo más que una simple comida.
El secreto de su éxito, además de una cocina vasca, es su sensibilidad por los detalles y su continuo sacrificio por conseguir que sus huéspedes se sientan como en su casa.
Nos cuenta algunas anécdotas: Cuando venía Cristiano Ronaldo al restaurante, siempre elegían las recomendaciones que les hacía y Iñigo pensaba, por qué no eligen nunca nada de la carta, hasta que un día decidió traducir la carta al portugués y ver si el problema era que no entendían los platos de la carta y lo consiguió, desde entonces pedían recomendaciones y cosas de la carta.
En otra ocasión, recibe una llamada desde la once, que algunos directivos querían reservar una mesa, para venir a comer. Y pensó, por qué no hacer la carta en braille. Llamó a la once y les pidió ayuda para traducir la carta. Lo consiguió, el día de la comida estaba todo listo. Cuando acomodaron a los comensales, Urrechu les preguntó que querían beber y si deseaban leer ya la carta, los invitados esbozaron una leve sonrisa, pensando, no podemos verla, pero Iñigo, rápidamente les dijo que la tenía el braille; el recuerdo en su retina es que todos giraron la cabeza hacia el, con cara de sorpresa. Esa imagen le ha motivado a seguir creciendo como esa persona cercana al servicio de sus huéspedes.
Está idea, no solo es con sus comensales, también con todos sus empleados. Iñigo conoce el nombre de todos y cada uno de ellos, además de como les gusta el café, que les prepara antes de empezar a trabajar cada mañana. Como el dice vienen a mi casa y hay que cuidarlos. Después de esa pasión, perfeccionismo y calidez humana, nadie tiene queja, cada día tiene un poco de tiempo para todos.
Su carta, especializada en platos que reinventa de la cocina vasca, sus creaciones son un homenaje a sus raíces, pero también un guiño al futuro. Su famosa “Txuleta en texturas”, combina técnicas ancestrales con presentaciones modernas, convirtiendo un clásico en una obra de arte comestible.

El chef estratega y su vínculo con la Asociación de Marketing, le ha hecho convertirse en un mago en los fogones y en un visionario en el mundo del marketing gastronómico. Su relación ha sido clave, durante años para ayudar a la asociación en presentar sus premios y a Iñigo para entender y redefinir la manera en que la gastronomía se conecta con el público. A través de colaboraciones y estrategias innovadoras, ha demostrado que una marca culinaria no solo se construye en la cocina, sino también en la forma en que se comunica.

Con campañas que enfatizan la autenticidad y el storytelling, Iñigo ha enseñado a otros chefs y restaurantes la importancia de contar historias que resuenen con el cliente. No es solo vender un plato; es ofrecer un pedazo de tu historia, un fragmento de tu pasión.
El alma detrás del delantal, pero más allá de los premios, los aplausos y las estrategias de marketing, lo que realmente define a Iñigo Urrechú es su amor por la cocina, por su familia y por su equipo que le han llevado a crecer y acercar su generosidad culinaria a grandes y a chicos. Cada plato que sale de sus manos es un puente entre culturas, generaciones y emociones.

En palabras del propio chef: “Cocinar no es solo alimentar; es regalar un momento, un recuerdo, una sonrisa.”
Así, Iñigo Urrechú no solo se ha ganado un lugar en las cocinas del mundo, sino también en los corazones de quienes han tenido la fortuna de probar su arte y conocerle en persona. Y si algo queda claro, es que su historia apenas comienza, porque cuando la pasión y la estrategia se combinan, las posibilidades son infinitas.
Los pequeños detalles hacen que una comida en sus restaurantes se convierta en una experiencia única, cercana y humana.
Gracias, Iñigo, por abrirme las puertas de tu cocina y de tu alma. En un mundo que a menudo se olvida de lo esencial, tu generosidad, tu calidez humana y esa elegancia natural que tienes para dar sin esperar nada a cambio, son un recordatorio luminoso de que los verdaderos tesoros no se compran ni se conquistan: se comparten. Y tú, amigo, eres oro puro en tiempos de hojalata.











