El arte de conservar el cuerpo
- Redactor
- 22 ago
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La masa muscular, ánimo y longevidad sin obsesión

Imagina que tu cuerpo es una casa construida con tiempo, amor y memoria. Cada músculo, cada hueso, cada célula han sido moldeados por las decisiones que has tomado, los alimentos que has elegido, el modo en que te has movido y hasta cómo has amado la vida. Con los años, esa casa no se viene abajo, pero necesita que la cuides con cariño, no con castigo. Y ahí entra una de las claves más olvidadas del bienestar duradero, la masa muscular.

La masa muscular no es sólo un tema de deportistas o modelos de gimnasio, es salud, funcionalidad, defensa y longevidad, es la energía que te permite subir escaleras, sostener a un nieto en brazos, levantarte del suelo si te caes, o caminar por la playa sin agotarte, es el colchón protector de tus articulaciones y la maquinaria silenciosa que regula el azúcar en sangre, el metabolismo y hasta tu sistema inmune.

Con la edad, el cuerpo inicia un proceso natural llamado sarcopenia, que es una pérdida progresiva de masa muscular que comienza lentamente a partir de los 30 y se acelera a partir de los 60. No es una condena, pero sí un aviso, si no se activa el cuerpo, el músculo no se mantiene, y con ello vienen las caídas, la fragilidad, la fatiga, el insomnio… y una cadena de síntomas que se podrían haber evitado.

No es solo por el paso del tiempo, perdemos músculo por inactividad, por mala alimentación, por estrés crónico, por depresiones no tratadas, por dietas absurdas, por no darle al cuerpo el protagonismo que merece en la ecuación de la vida.
También influye el sistema hormonal, que con los años reduce la producción de testosterona, estrógenos, hormona del crecimiento… lo que complica un poco el mantenimiento, pero no lo imposibilita, al contrario, el músculo es profundamente agradecido, se recupera, se reactiva, se fortalece con estímulo y paciencia, como un amigo al que habías dejado de llamar.

Entrena la fuerza… sin miedo, no necesitas levantar pesas como un culturista, bastan 2-3 sesiones semanales de ejercicios con tu propio peso corporal (sentadillas, flexiones adaptadas, subir escaleras, cargar bolsas), o rutinas guiadas con bandas elásticas o mancuernas ligeras. La clave es la constancia y la progresión gradual. Cada músculo que usas se siente necesario, y por eso no desaparece.
Muévete todos los días, caminar, bailar, nadar, montar en bici… el cuerpo fue diseñado para moverse, y moverse es una forma de amor propio. El músculo necesita activarse todos los días aunque sea de forma leve.
Comer para nutrir, no para castigar.
La proteína es esencial para conservar los músculos: pescado, huevos, carnes magras, legumbres, frutos secos… no deben faltar, pero también los colores del plato: frutas, verduras, cereales integrales. Comer bien no es hacer dieta, es alimentar a tu yo futuro.
Un adulto mayor necesita incluso más proteína por kilo de peso que un joven.
Duerme bien.
Mientras duermes, tu cuerpo repara, reconstruye y regenera músculo. Dormir mal es como tener una obra en casa sin albañiles.
Cuida tu ánimo como parte de tu musculatura.
El estado de ánimo es un motor o un freno. La tristeza prolongada, la ansiedad o el desánimo crónico alteran las hormonas que regulan la fuerza y la vitalidad. El ejercicio físico, además de mantener el músculo, es uno de los mejores antidepresivos naturales.

No se trata de convertirse en esclavos del cuerpo, se trata de habitarlo con dignidad, sensibilidad y gratitud. No de luchar contra la vejez, sino de acompañarla con fortaleza, de entender que cuidar el cuerpo no es una moda, sino un acto de respeto hacia la vida.
Hay belleza en un cuerpo fuerte a los 70, hay poesía en quien se agacha sin esfuerzo a los 80, hay dignidad en quien conserva la independencia gracias a los músculos que entrenó durante décadas. Y eso no se logra en un spa, ni con cremas, ni con píldoras milagrosas, ni con infiltraciones milagrosas, que nos cuentan amigos/as que se logran recuperar de tus dolores o problemas de movilidad. El mantenimiento de tu cuerpo es tu responsabilidad y se hace con decisiones cotidianas, sencillas, humanas.

Porque en esa casa que eres tú, cada fibra muscular es una promesa de futuro, y aún queda mucho por bailar, caminar, abrazar o vivir con calidad.
Si tienes problemas de rodillas o cadera te propongo una actividad acuática que mejorará tu masa muscular y tu estado de ánimo, ya que el agua ayuda a mover todos tus músculos y a la vez ejerce un masaje que tonifica todo tu cuerpo.


“Cuida tu cuerpo no por cómo se ve, sino por lo que aún puede vivir contigo.”