CASA TORO
- Redactor
- hace 4 días
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LA TABERNA CASTIZA QUE LATE AL RITMO DE MADRID

En una esquina discreta, frente al eco solemne de la Plaza de Toros de Las Ventas, ha nacido un templo de lo castizo con alma andaluza y corazón madrileño, se llama Casa Toro (Julio Camba, 5. Madrid) y, desde que abre sus puertas cada día, el aire se llena de ese rumor de copas, risas y aromas que anuncian que algo bueno está pasando.

La firma de este proyecto lleva el sello de César Molero, un hostelero de raza, de esos que miran a los ojos a cada cliente como si fueran amigos de toda la vida. Su trayectoria —ya consagrada con El Tentadero— respira oficio y autenticidad. En Casa Toro, Molero no solo sirve platos, ofrece hospitalidad, ritmo y alma. Es el tipo de lugar donde el servicio se mueve al compás del arte y donde la cercanía no es un gesto aprendido, sino un latido natural.
“Aquí no se viene solo a comer, se viene a pertenecer.”
—César Molero

Al frente de los fogones, el talentoso Fran Porras construye una cocina de raíz madrileña con acentos del sur. Su recetario, directo y honesto, tiene algo de emoción en cada bocado. Los Torreznos ‘Campeones de Madrid’, la Ensaladilla rusa con gamba al ajillo o los Huevos rotos con migas de rabo de toro son ya platos icónicos, irresistibles tanto para los curiosos como para los habituales. Luego llegan los tesoros, como las Mollejas de cordero, la Oreja reinventada y, por supuesto, el majestuoso Guiso de rabo de toro, que se cuece lento, como las buenas historias.

La carta, breve y cuidada, permite pasearse por sabores familiares sin renunciar al descubrimiento, de chacinas que huelen a campo, pescados que evocan la costa y un vermut de La Dolores que marida con cualquier conversación. Los vinos recorren distintas denominaciones de origen, y la caña de Águila, bien tirada, pone el broche de oro al ritual del mediodía.
“Cada plato guarda una historia y todas saben a Madrid.”
—Fran Porras

El espacio, diseñado por Néstor Marcos Architecture, reinterpreta la taberna castiza desde una mirada contemporánea, canastos de mimbre rebosantes de plantas, tarros de conservas y una atmósfera cálida que invita a quedarse. La luz, tamizada y amable, convierte cada rincón en un refugio que huele a sobremesa larga y a vida compartida.

Y cuando cae la tarde, Casa Toro se transforma. De jueves a sábado, la música en directo —flamenco, rumba, versiones canallas— convierte el salón principal en una pequeña verbena madrileña donde las palmas sustituyen a las palabras y el arte se desborda en cada mesa.

Abierta los siete días de la semana, desde las 12:30 hasta la 01:00 h, Casa Toro no entiende de horarios ni de prisa, aquí se viene a celebrar Madrid, su bullicio, su alegría, su hambre de vivir.

Casa Toro no es solo una taberna; es una declaración de amor a lo castizo, una oda al sur desde el corazón de la capital. Frente a Las Ventas, entre risas y guisos, el alma madrileña vuelve a tener casa.