Marisol Rubio
- Elena Calabrese
- 11 may
- 5 Min. de lectura
Actualizado: hace 7 días
La Bodega, cuándo, cómo y porqué…

La Bodega Marisol Rubio es un proyecto ambicioso iniciado por Cipriano Garrido, agricultor con cuarta generaciones de experiencia familiar a sus espaldas, que se aventuró a introducir el cultivo de la uva Pedro Ximénez en la región castellana, lejos de los orígenes andaluces de esta variedad, desafiando las convenciones tradicionales, y apostando por la excelencia en la producción y explotación de la cepa.
Los hijos de Cipriano, Piedad y Jorge Garrido, completan el equipo de "Bodegas Marisol Rubio", que en 2018, ven definitivamente la luz, en Villanueva de Alcardete, Toledo, convirtiéndose en un legado póstumo destinado a honrar la memoria de la matriarca, Marisol, de la que toman el nombre, tras su trágica desaparición poco tiempo antes.
Los viñedos están situados a 837 metros de altitud, se benefician de una amplitud térmica que favorece la maduración óptima de la uva, aportando frescura y complejidad a los vinos. El entorno del monte, con encinas y tomillos, impregna los caldos de matices aromáticos que evocan la esencia del paisaje manchego.

Este artículo nace con ocasión de una visita que el equipo de “Vida En Digital” realizó a la bodega “Marisol Rubio”, para conocer sus productos, sus modos de hacer, su filosofía, distinción y la memoria de Marisol, la matriarca, la que vive en cada rincón de la finca y la que inspiró a esta familia para que trabajen juntos para honrar esa memoria que les mantiene unidos.
Esta familia que cuida sus vinos y aceites con el mismo empeño que cualquier artista, han fortalecido la viña castellano manchega otorgándoles una variedad destilada de la uva Pedro Ximenez, que Cipriano, el padre, trajo de las tierras del sur con la esperanza puesta en el futuro, que echase raíces más cerca del otro hemisferio.
Todo es posible gracias al empeño, la voluntad que desafía cualquier obstáculo y sobre todo, el amor eterno, el que se lleva en el corazón y en los recuerdos. Queremos dedicar la entrevista que hicimos a Cipriano, con todo el cariño del mundo a nuestros lectores de Vida en Digital.

Nos dice que su nombre no es “bonito”,
mientras el olor de estiércol puro y profundo, nos sorprende en el jeep, atravesando una carretera serpenteante, roja y valiente, de polvo humeante, de árida meseta castellana. Nos habla de la cantidad, que no es bueno mucha cantidad para lo bueno, para conseguir la excelencia en el vino
"-a mí me gusta lo bueno y lo mucho no es bueno para lo bueno-”.
En su experiencia se asienta toda la sabiduría de siglos de trabajo, de siglos de campo…
Admite orgulloso, que lo suyo es el campo, es la vid. Ver crecer la cepa y saber que todo tiene un límite. La cepa se agota en su continuo ciclo de dar a la vida, pero hay que saber lo que da de sí la vida, la buena y no otra.
La calidad tiene también estaciones y temperaturas que se llevan en el calendario de los huesos, y en la memoria de las fiestas, de los Santos…
La vendimia posee su propios rituales religiosos y paganos, que dibujan la historia de Cipriano, que es la historia del campo de Castilla y de La Mancha.
En su todo terreno, resiliente como él, nos anuncia un nuevo camino:
“-ahora empieza el campo-”…
Y baja las ventanillas para que respiremos
“lo que la vid respira”.
Nos habla del cuidado, de lo que la cepa pide y quiere, de estar atento, de no menguar, de dar y tener tino en el dar, pero hay que saber dar lo que todo necesita. Es un arte.
“-si tú le das a tu planta lo que necesita, no solo el agua, eso es para los que tienen la obsesión de kilos y kilos, y la planta necesita cuidado, no solo agua-”.
Y el olor del estiércol da paso a la jara y al tomillo…
¡Embriaga los sentidos!
Nos habla del abono
“… me gusta darle basura, de oveja mejor, que coja el sabor”.
Y nos rodean las encinas y los olivos de más de doscientos años… de los abuelos. El legado familiar que vive en estos arbustos como un cementerio inmemorial, recordando el alma indestructible de la saga antepasada.
"- si le cortas un pie al olivo, crece en otro lugar-”.

Atravesando los campos preñados de cepas y olivos.. historias en cada arbusto, como fantasmas que acechan las horas del ocaso para comenzar la danza de los tiempos.. Seguimos a bordo, surcando los mares rojizos de la carrera improvisada, acertado safari por tierras castellanas que semejan las llanuras del Serengueti…
Como un cuadro al óleo del mismo aceite, se muestran los campos en surcos ordenados, las cepas en hilera, basura desperdigada en las orillas enmarcadas de abono, el abono de la vida, el ciclo de la vida.
El aceite migrante como la cultura mediterránea que traspasa las fronteras. Y Cipriano nos recita en su lenguaje de campo, su léxico de vida:
“- abajo se ve toda la finca…
Tempranillo, Pedro Ximenez, la cepa de pulgares-” “-Un Sarmiento y doce yemas, si encima le haces una vendimia en verde, clasificando solo lo bueno, dejando solo la uva sana, tienes la mejor calidad-.”
Trabajo trabajo y trabajo.
Callado y al sol, templado y al frio.
Contando Sarmientos como una letanía simbólica de su orgullo y de su esfuerzo para siempre, porque algún día él también será bisabuelo y lucirá su legado como las encinas legendarias de la finca.

Hemos querido reflejar de forma poética, la aventura que fue conocer a Cipriano, a Piedad, a Jorge y sobre todo, a Marisol, cuya fuerza nos cautivó a través de su familia y el sabor del vino y el aceite de las bodegas que dirigen. Este encuentro nos dejó la huella del campo y la sabiduría sobre el terreno de la 5ª generación de agricultores de las tierras manchegas.
Gracias Piedad, Jorge y Cipriano, por tanta autenticidad y amor a Bodegas Marisol Rubio, que representa la armonía entre el respeto por la tradición y la búsqueda constante de la innovación. Con cada botella, no solo se ofrece un vino o un aceite excepcional, sino también una experiencia que inspira y emociona.

En cada sorbo de sus vinos, se percibe la esencia de una familia que ha sabido transformar el dolor en arte, la tradición en innovación y el amor en una experiencia sensorial única. Cada gota de aceite es una invitación a redescubrir los sabores auténticos de la tierra manchega, una experiencia sensorial que combina tradición, innovación y pasión. Bodegas Marisol Rubio no es solo una bodega; es un legado líquido que honra el pasado y brinda por el futuro.